Todos extrañamos algún lugar al que no podemos volver. Esos “lugares” pueden ser
momentos, edades, hogares, personas: que fueron importantes en nuestra vida y a los que nos une un recuerdo de afecto. Esta identificación es lo que hace universal a Imprenteros y logra que el público se interese en las particularidades de una historia familiar.
Lorena Vega dirige en vivo -sin respiro- los recuerdos de su propia vida, y lo hace a partir de un deseo: volver a la imprenta que era de su padre. Ni ella ni sus dos hermanos pudieron regresar a ese lugar porque los hijos de un segundo matrimonio de su padre cambiaron la cerradura después de la muerte del hombre. Volver a Ficcerd, la imprenta de Lomas del Mirador, significa volver a la infancia, a un listado de cosas que incluye los papeles, los cajones, el jardín, los árboles, los frutos, la tinta, los olores. Es volver a los años felices.
Imprenteros es un biodrama que reconstruye esos recuerdos que funcionan como hitos biográficos. Vega se vale de un abanico de recursos y de voces para esta reconstrucción: fotos, grabaciones caseras, el catálogo real de la imprenta, chats de whatsapp, audios y videos en los que entrevista a sus familiares más directos y un elenco de actores que representan a los miembros de la familia en escenas claves de la historia. Imprenteros es un desafío al tiempo. Es un trato con la memoria. Es, también, una especie de terapia, una charla en confianza con seres queridos.
Un personaje fundamental es su hermano Sergio. Él heredó el oficio del padre y es el que más conocimientos tiene acerca del funcionamiento de una imprenta. Sus relatos y descripciones serán imprescindibles para recrear la atmósfera del taller. Sergio, vestido con mameluco durante toda la obra, reproducirá sonidos y rutinas corporales del trabajo en la imprenta apelando siempre a la imaginación.
Otro lugar al que Vega no puede regresar es a su fiesta de cumpleaños de quince. Sin embargo, vuelve a ella en cada función: parece estar arrepentida de no haber invitado a su padre. Esta insistencia nos regala uno de los mejores momentos de la obra: el relato que hace Vega mientras en una pared se proyectan el vals y el corte de torta de su video de quince, con el humor ácido y la ironía que recorren toda la pieza teatral.
La obsesión por los recuerdos implica también el deseo de volver con el cuerpo, de habitar otra vez la coreografía familiar. Tal vez por esta necesidad corporal es que Vega prefirió el soporte teatral para realizar su documental antes que, por ejemplo, el cinematográfico. Así, cada vez que salen a escena ponen en marcha la maquinaria y se inventan la posibilidad de volver a sentir y reafirmar que son una familia de imprenteros. En definitiva, la obra emociona porque reflexiona sobre las cosas más importantes de la vida: la identidad y la familia.
Ficha Técnica
Elenco: Sergio Vega, Federico Vega, Lorena Vega, Julieta Brito, Juan Pablo Garaventa, Lucas Crespi, Federico Liss, Viviana Vázquez, Vanesa Maja, Mariano Sayavedra
Espacio: M. Celeste Etcheverry
Vestuario: Julieta Harca
Iluminación: Ricardo Sica
Sonido y música original: Andrés Buchbinder
Fotografía: César Capasso
Asesoramiento coreográfico: Margarita Molfino
Diseño gráfico: Petre
Equipo de rodaje: Gonzalo Zapico, Agustín di Grazia, Andrés Buchbinder, Franco Marenco
Montaje audiovisual: Emi Castañeda
Asistentes: Fabiana Brandán y Santiago Kuster
Colaboración artística: Damiana Poggi
Dramaturgia y dirección: Lorena Vega
AGENDÁ ⇛ Viernes 20:30 @ Timbre 4 (México 3554, CABA) y funciones itinerantes
revistavidurria.wordpress.com 