La historia de amor que cuenta Clarisa Navas en Las mil y una es también la historia de un deseo que se contiene todo el tiempo. Y ese deseo, en parte, se retrae por la carencia de privacidad en el interior de los hogares. En las casas de Las Mil hay caos, gente, música, ojos y prejuicios. Los momentos en los que Iris y Renata son libres y alcanzan un grado de intimidad sereno, recíproco y sincero es cuando caminan por el barrio. El barrio que se cuela y controla de cerca se contrapone al movimiento de ellas. Porque cuando Iris y Renata se mueven, la relación fluye y crece.
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